“Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.”
“La tierra a la cual entras para tomarla no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin.” Deuteronomio 11:10-12
“Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos; y se encienda el furor de Jehová sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto…” Deuteronomio 11:17
¿Hubo hambre en la casa de pan? Así quiere decir el nombre de esta ciudad, ciudad notable en la Biblia pues de Belén saldría “el pan del cielo.” “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” Miqueas 5:2 “Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.” Juan 6:33
Así se nos introduce este libro hermoso, un libro lleno de la gracia de Dios. Hemos pasado recién por el libro de los Jueces y hemos visto como el libro revela al hombre que va cada vez más degradado. Aun los mismos líderes de Israel, los jueces se veíamos cada vez con menos fe, menos fidelidad, y menos temor de Jehová hasta que terminábamos con Sansón quien murió cautivo de los filisteos. El libro, como vimos, terminaba con las palabras tristes que no había rey en Israel y cada hombre hacia lo que bien le parecía. Así no nos parece extraño que nuestro libro de Rut empezaría con la explicación que había hambre en la tierra, y específicamente en Belén, donde moraba un hombre cuyo nombre (Elimelec) quiere decir “Dios es mi rey.” ¿Puede ser que un hombre que reconoce (por lo menos por la profesión de su nombre) que Dios es su rey y tuviera que pasar a la tierra de los inconversos para buscar su pan? ¿Qué tal del hombre que se quedó por fe en la tierra, y no solo en la tierra sino en este mismo lugar de Belén? “Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.” ¿Cuál era el hablar de este hombre Booz con sus empleados? “Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga.” Booz era agricultor que no tenía donde regar su siembra menos por las aguas del cielo, la lluvia que Jehová había negado a Israel por traerlos al arrepentimiento. Pero no sufría escasez el hombre de fe. No, sino fue un rico en medio del hambre.
El hombre Elimelec, a pesar de su profesión, se fue a Moab a buscar su vivienda y no tuvo éxito en este país idolatro, enemigo del pueblo de Dios sino “murió Elimelec, marido de Noemí… Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.” Pero el fracaso del hombre no limita la gracia de Dios y esta es la lección de este libro tan hermoso. De esta desgracia y desastre Dios va a sacar bendición sin límites, pues la mujer de fe del extranjero llega siendo en el linaje del mismo Señor Jesús. Así después de pasar este tiempo con la tristeza del libro de los Jueces, que gozo para nuestras almas disfrutar de este pequeño libro de cuatro capítulos que nos explica tanto acerca de los caminos de Dios y su gracia soberana.
El hermano Rigo nos envió algo que leí esta mañana que me gustaba mucho acerca del mana escondido que me parece dar muy buena explicación de la diferencia entre estos dos hombres, Elimelec y Booz. “Al que venciere, daré a comer del maná escondido…” Apocalipsis 2:17 Cito algo de lo que nuestro hermano nos compartió. “El maná representa al Hijo de Dios que se encarnó para dar vida a nuestras almas; también expresa la posición de humillación que el Señor tomó al entrar en todas nuestras circunstancias. Es la provisión diaria para nuestro camino a través del desierto: digo esto porque vemos que se habla del maná en relación con Jesús como el Pan Vivo que descendió del cielo (Jn. 6:51)… Pero, ¿qué es el maná escondido? Una vasija de oro con maná fue puesta delante de Dios, y cuando los israelitas entraron a la tierra prometida, les sirvió de memorial de lo que habían gozado durante la travesía del desierto. Este maná escondido es el recuerdo de Cristo en sus sufrimientos aquí en la tierra; el memorial de lo que Cristo fue en el desierto como Hombre humillado y con sufrimientos, pero que ahora es el deleite eterno de Dios en los cielos. En nuestro estado eterno, quienes hayan vencido, quienes hayan sido fieles en la separación con Cristo del mundo, tendrán el gozo eterno de la comunión con Dios en el placer que tiene y tendrá por siempre en aquel Cristo que una vez se humilló hasta lo sumo.
“Si caminamos fielmente con un Cristo rechazado, gozaremos a Cristo de esa forma aquí en la tierra; pero si estamos mezclados con la impiedad que hay en el mundo, no podemos gozar de Él en nuestros corazones. En la medida que recibimos y asimos en nuestras almas el secreto de lo que Cristo fue en este mundo, nos podremos alimentar más y más de Él. No podemos hacer esto si estamos caminando en el espíritu del mundo. Un hombre puede decir: ¡Qué preciosa es esa verdad!, pero si solamente alimenta su imaginación, aquello no le sirve de nada.”
¡Quiera Dios que cada uno de nosotros seamos como Booz y gozamos del “mana escondido” en vez de buscar pan en este miserable mundo, dominado por Moab y sus semejantes!